Introducción
El estudio de las estructuras de mercado es fundamental para comprender cómo funcionan las economías y cómo se determinan los precios y la producción. Entre estas estructuras, encontramos la competencia perfecta, el monopolio, el oligopolio, el monopsonio y la competencia monopolística, cada una con características distintivas que influyen en el comportamiento de los actores económicos.
La competencia perfecta es un modelo ideal donde numerosos compradores y vendedores interactúan en un mercado sin restricciones, ofreciendo productos homogéneos y donde nadie puede influir en el precio. En contraste, el monopolio se caracteriza por la existencia de un único vendedor que controla todo el mercado, lo que le permite fijar precios sin competencia. Por otro lado, el oligopolio involucra a unas pocas empresas que dominan el mercado, lo que crea una interdependencia entre ellas y puede llevar a prácticas colusorias.
El monopsonio, en cambio, se refiere a un mercado con un solo comprador que tiene poder sobre los precios de los bienes o servicios adquiridos, mientras que múltiples vendedores compiten por venderle. Finalmente, la competencia monopolística combina elementos de competencia y monopolio, donde muchas empresas ofrecen productos diferenciados, permitiéndoles cierto control sobre los precios.
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